
En la pared opuesta a la entrada, unos balaustres plateados separan el Cocktail bar del Petit, un espacio que se vuelve más industrial, combinando el mobiliario estilizado y afrancesado con muros de ladrillo vivo, grafittis, negras paredes en las que se dibujan las obras de Urculo, combinadas con otras de sedoso brillo. En una de las paredes se abre una gruta bajo un arco de ladrillo, otro de los rincones mágicos y misteriosos de este espacio. La escalera que da acceso al Bistró, en la planta superior es suntuosa e impresionante. Las paredes que guardan el ascenso están tapizadas en capitoné, como queriendo amortiguar el paso.
El Bistró, paradójicamente, es claridad, locura y serenidad. La luz y el color blanco dan una necesaria unidad a una mezcla de mobiliario loca y bien dosificada. Un entramado de banquetas, mesas, largos manteles, taburetes y butacas forma un cuerpo central con cuatro mesas. Pieles de vaca se combinan con finas telas, dorados y rosas viejos, candelabros y unos blancos manteles que ponen el punto de sencillez y equilibrio.
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2 comentarios:
Estamos muy agradecidos de la sutileza de vuestra interiorista, Elena.
Nuestros clientes no podrían estar en mejores manos.
los textos están a medio justificar!!!!
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